
En Verano Conviven con el Calor, Refugiados entre Cartones y Algo de Comida para el Día a Día. En
invierno, forman sus rucos o carpas, donde tratan de sobrevivir al frío y las inclemencias del
tiempo.
Hoy,
cerca de 3 mil adultos mayores viven en la calle en nuestro país, cifra
que día a día va en aumento si consideramos las pésimas condiciones
socioeconómicas que poseen en el territorio la mayoría de las personas mayores, terminando sus vidas en indignantes condiciones. Esta situación, se ve marcada además por el aumento en las expectativas de vida que hoy se elevan por sobre los 80 años y, en la cual convive este segmento, sin embargo son invisibles y están desprotegidos. Aunque tenemos la Ley 1850 que rige desde el 19 de julio de 2017 que protege a los adultos mayores y penaliza a quienes los maltraten o abandonen, estableciendo fuertes medidas de protección al adulto mayor y penaliza el maltrato intrafamiliar por abandono, entre otras disposiciones, la realidad es otra. “Chepere”, como le dicen sus amigos y conocidos, tiene 82 años y más de 40 viviendo en la calle.
Su barrio como él le dice, es el sector Franklin y Avenida Matta. Tuvo una niñez de sacrificio pero siempre al lado de su familia, apoyaba trabajando para colaborar con el sustento familiar, “trabajo desde niño pero, ya siendo joven aprendí el cuidado de caballos, trabaje en el Hipódromo. Les preparaba los caballos a los corredores, no siempre viví en la calle”, afirma con un tono de melancolía en sus palabras mientras, los usuarios del albergue para gente de calle donde lo encontramos, escuchan con atención su historia. El trabajo duro, las desilusiones y el refugio en el alcohol lo llevaron a la vida que hoy tiene, a pesar que es muy querido y respetado por todos quienes han hecho de su hogar las calles, nos confiesa que, “a esta altura quisiera estar tranquilo, tener un lugar seguro donde estar…” Este sentimiento, es el que representa a la mayoría de los adultos mayores que hoy están en
situación de calle. En muchos casos, penas, abandonos, enfermedades, familias desintegradas los
han llevado a las condiciones en las que hoy viven. En verano conviven con el calor, refugiados entre cartones y algo de comida para el día a día. En invierno, forman sus rucos o carpas, donde tratan de sobrevivir al frio y las inclemencias del tiempo.
Aunque el envejecer en Chile es sinónimo de pobreza y se da una suerte de muerte social, no tenemos que olvidar que son seres humanos, que sufren y merecen vivir sus últimos años en condiciones dignas.